jueves, 27 de septiembre de 2007

cuento de misterio

Era una fria y sola noche, todo estaba oscuro, y mientras las horas pasaban, el frío se hacía cada vez más intenso, llegando a ser hasta, insoportable. En esta noche fría y solitaria, se encontraba Emiliano en el anden de la estación de trenes Saint Hampton. Emiliano no le importaba el frío envolbente, ya estaba acostumbrado, debido a su trabajo que siempre demandaba estar viajando, y en especial de noche. Hoy debía ir nuevamente de viaje por trabajo. Ya tenía su boleto y faltaban cuarenta y cinco minutos para que llegara el tren de la una y media.
Desde muy lejos se podía ver una luz pequeña que se hacía cada vez mas grande. Era el tren. Emiliano trató de mirar su reloj con la ayuda del único farol en la estación pensó Emiliano, él era un hombre de 35 años, alto, arogante, escrupuloso y prejuicioso. Le gustaba la limpieza, la elegancia y el orden, especialmente el orden, todo debía ser en el debido momento, en el momento establecido o acordado, y este tren estaba completamente fuera de estos conceptos. El tren paró lentamente en el anden, luego salió un hombre delgado del primer vagón que estaba como a 8 pasos de donde Emiliano estaba parado. Emiliano muy molesto, fue rápidamente donde el y le preguntó:
- “Este es el tren para la ciudad de Greyham?”
- “Si”.
- “Pero cómo es posible! Yo por suerte estoy en la estación más temprano de lo que debiera estar, éste tren tenía que llegar a la…”
- “Si quiere ir a Greyham, suba” después de interrumpir a Emiliano, subió al tren.
Inmediatamente comenzó a andar el tren, Emiliano desconcertado subió lo más rápido que pudo.
- “Pero que significa esto! Que tipo de servicio…” decía Emiliano mirando por todos lados tratando de encontrar al hombre tan mal educado.
- “Qué se ha creído! Usted no tiene idea con quien a hablado!”
Sin exito lo encontró, molesto pasó al otro vagón diciendo:
- “Este tipo que se ha creído, un simple empleaducho interrumpiendome a mi! Cuando encuentre al gerente de los trenes le demandaré que despida a aquel hombre por ser tan irrespetuoso con mi persona. Qué se habrá imaginado! Qué estaba a mi nivel? Já!”
- “No, pero a este sí lo está usted” una voz baja y aguda, como un sumbido muy molesto y penetrante por los oidos de Emiliano, que lo hizo caer al suelo de rodillas y su nuca contra sus piernas.
Mareado, sentío cosquillas por sus piernas, abrió sus ojos y gritó de espanto. Habían cucarachas saliendo por debajo de su abrigo. No podía moverse. Salían y salían cucarachas, llendo a diferentes direcciones, llenando el piso del vagón con cucarachas. Deseperado gritaba por ayuda. Luego vió al hombre alto y delgado entrar al vagón y le extendió la mano para ayudarle. Emiliano rápidamente la tomó, se paró y la escena horrible desapareció.
- “Qué le pasó señor?”preguntó el hombre.
Emilio miraba a todos los lugares, todo estaba en orden, limpio y ordenado.
- “Yo…yo…” Emilio sin poder hablar, temblando miraba al hombre alto y delgado con una mirada de espanto.
- “Qué le pasó? Por qué estaba en el suelo?”preguntaba el hombre.
- “ Yo… Gracias , muchísimas gracias señor por salvarme” tomando aire continuó “Yo no se que me pasó”
- “Venga, siéntese aquí”
- “Gracias…”
- “Le traeré un vaso con agua” el hombre Delgado se dió vuelta para dirigirse el otro vagón, cuando Emiliano le tomó el brazo, el hombre lo miró y Emilio le dijo:
- “Disculpeme por favor…por lo que dije antes, yo me molesté por la hora pero, no es su culpa, y yo lo ofendí, usted tiene un trabajo respetable como cualquier otro. Porfavor perdóneme.”
- “Señor, está bien, ya vuelvo”
Emiliano sin poder entender lo que pasó, miró hacia tras y vió que la puerta del otro lado del vagón se abría, entró una señora, vieja, con ropa desgastada. La señora miró por los asientos, todos estaban mojados, exepto el de Emiliano.
Emiliano la miró con disgusto. Ella se acerco a él y le pidió si podía sentarse al lado de el debido a que los asientos estaban todos mojados.
Emiliano le dijo:
- “ Señora, yo no estoy muy bien, mejor valla al proximo vagón”
- “Oh, bueno…” la señora caminó con dificultad hasta la puerta de salida para ir al otro vagón.
Emiliano la miraba caminar y pensó . Unos minutos después entró el hombre Delgado con el agua. Emiliano le agradeció y el hombre se fue para seguir con su trabajo.
Emiliano miraba los asientos mojados, y luego miró el de el.
- “No! Pero como!” Gritó Emiliano.
- “Está cómodo su asiento?” La voz aguda, el sumbido que rompía los tímpanos de Emiliano volvió a hablar.
El asiento estaba podrido, y con un olor insoportable. él nuevamente no se podia mover. Gritaba por ayuda. Se movía para librarse. No podia respirar, el olor era sofocante. Derrepente se libró, y corrió a la salida para el próximo vagón gritando. Al llegar al nuevo vagón, se calló. Su cara contra el piso, miró hacia delante y allí estaba la señora a quien le había negado el asiento.
- “ Qué le pasa hijo? Está bien?” le preguntó la anciana y trató de ayudarle para que se levantase.
- “Gracias señora, gracias…yo estaba sentado y…y…”
- “Ya cálmese, venga conmigo, siéntese a mi lado, conmigo va estar bien, no se preocupe, falta poco para Greyham”
- “Gracias… disculpeme por favor, yo fui muy mal educado al no haberle permitido sentarse a mi lado, viéndo que no podia caminar muy bien, disculpeme…”
- “Está bien, no se preocupe, aquí estoy mucho mejor, este vagón tiene calefacción y está mucho más agradable. Desea un pansito con queso? La anciana sacó el pan. Se notaba que estaba hecho en casa.
- “Oh, gracias pero…” Emiliano miró el pan. él nunca comía comida hecha por desconocidos, de hecho, ni siquiera acceptaba la comida ofrecida por sus familiares, solamente aceptaba la comida de restaurantes caros y elegantes. Pero ahora miró a la anciana con las manos extendidas ofreciendole el pan generosamente. “ Bueno, si, porqué no…muchas gracias señora”
Le dió una masticada, este fue el pan más delicioso que había probado. Se lo comío con muchas ganas y acepto un segundo pan.
El tren llegó a destino, Greyham. Emiliano miró su reloj y eran las 12:45. Notó que su reloj se había parado. Todo fue un mal entendido, el tren llegó a la hora exacta.
Esa fria, sola y misteriosa noche, le cambió la vida a Emiliano.

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